Una herida abierta en Panamá y la migración como prioridad: la gira de Rubio por América Latina
Cuando apenas van diez días de la juramentación del presidente estadounidense Donald Trump, ya su secretario de Estado, Marco Rubio, hace maletas para emprender su primera gira en lo que puede ser considerado su feudo, Centroamérica, que es quizá la región del mundo donde el funcionario tiene una mayor influencia. El viaje comprende Guatemala, El Salvador, Costa Rica, Panamá y República Dominicana.
Se pensaba que la nueva Administración pondría el foco de sus primeras acciones internacionales en los conflictos de Ucrania o Palestina, pero resultó ser América Latina el primer destino del flamante secretario de Estado.
El objetivo de la gira parece ser muy claro. Rubio va a tratar de abrir todos los ductos para poder cumplir con las tan prometidas deportaciones masivas que incisivamente ofertó, el entonces candidato Trump, durante la campaña.
Trump está demostrando, con hechos, que su idea de "resolver el problema de la migración" no era una simple promesa electoral que rápidamente olvidaría, sino que la ha convertido en el anatema del arranque de su gestión, con el cual quiere construir victorias tempranas a costa de ejercer la mano más dura y más larga en contra de los migrantes, especialmente de los latinos.
Rubio va a los países de Centroamérica que ven pasar a millones de migrantes, para tratar de abrir los flujos para que puedan ir regresando, a motus propio o a la fuerza, a sus países de origen. Y en paralelo, exigir que se cauterice el paso de la migración que se dirige hacia EE.UU. Por supuesto que también va a intentar conseguir, de los presidentes de estos países, una mayor cohesión en torno a las líneas geopolíticas de Washington, en momentos en los que China ha aumentado tremendamente la inversión en la región, aunque no parece claro que venga a demostrar algún músculo financiero para competir.
Pero es que el viaje de Rubio no muestra interés propiamente por América Latina. Es una gira que buscar ayudar a resolver un problema interno de EE.UU. como lo es la migración y los efectos que genera. América Latina no tiene protagonismo en el discurso de Trump, los que tienen el protagonismo son los migrantes criminalizados y las bandas delincuenciales, como el Tren de Aragua, quienes se han convertido en los "nuevos talibanes" para el oficialismo norteamericano, el nuevo enemigo que hay que "extirpar".
Trump, al respecto, no puede permitir que los campos de concentración de migrantes, que su política va a generar, queden dentro de las fronteras de EE.UU., sino que las necesita situar afuera (ya se ha mencionado a Guantánamo y El Salvador para ubicarles).
Pero su gira presenta otras inquietudes. Si el próximo acercamiento de Washington con América Latina busca resolver su problema con las migraciones, la región tienen su propio foco en la visita de Marco Rubio y se relaciona con la parada que hará el líder de la diplomacia estadounidense en Panamá y que debería suceder este fin de semana.
Panamá, una herida
La sola mención del canal de Panamá y la opción de reocuparlo, por parte de Trump, resultó en una situación inesperada. Nadie imaginó, al menos las últimas dos décadas, que el tema podría ser replanteado. Pero Trump, una vez resultó electo, lo ha reabierto de una manera sorpresiva y trepidante.
Los panameños aún recuerdan ese episodio cuando ven que su país está siendo amenazado nuevamente por parte de la misma potencia que les invadió.
Panamá representa también una herida para América Latina y para el pueblo panameño, que automáticamente, ante la amenaza de Washington, vuelve a sollozar.
En 1989, EE.UU. realizó en Panamá la última invasión sobre América Latina. Fue una intervención militar relámpago que básicamente no tuvo resistencia. Estuvo acompañada de masacres como la que se llevó a cabo en el barrio El Chorrillo. Así que los panameños aún recuerdan ese episodio cuando ven que su país está siendo amenazado nuevamente por parte de la misma potencia que les invadió y con la cual no tienen formas de competir por la vía armada o violenta debido a su infinita superioridad militar.
Panamá tomó control del canal el último día del siglo XX, luego de la firma de un tratado entre los expresidentes Omar Torrijos y Jimmy Carter en 1977. Y Trump ha venido a escamotear todo ese proceso que se estimaba sellado.
El presidente panameño, José Mulino, un hombre de derechas, ha realizado respuestas bastante comedidas pero categóricas al pleito que le presenta Trump. La primera vez que el entonces presidente electo insinuó la posibilidad de reocupar el canal, respondió con que “el canal es y seguirá siendo de Panamá” y negó la posibilidad de bajar los aranceles a la flota estadounidense, tal como lo exigió el Presidente de EE.UU. Este jueves, a pocas horas de la llegada de Rubio, Mulino descartó incluir el tema del Canal de Panamá en la agenda de las conversaciones que tendrán durante la visita.
Panamá también es clave en la cuestión de la migración debido a que a lo interno de sus fronteras se ubica el Tapón del Darién, un paso clave para toda la migración que proviene de Suramérica. Por lo tanto, Rubio necesita mostrar alguna sutileza para lograr que se cierren las intrincadas rutas migratorias que pasan por allí.
En esta primera gira se va a poner a prueba el talante negociador de Rubio, quien, después de que “el elefante rompiera la cristalería”, va a tener que hablar con el dueño del negocio. Ya se conoce el estilo de Trump de apretar fuerte antes de comenzar a negociar y ciertamente en este caso puso la vara muy alta, al mencionar la reocupación del canal como opción.
La primera gira de Rubio, entonces, busca mucho más que un alineamiento ideológico inmediato de la región, o un espaldarazo a los gobiernos más derechistas y cercanos a Washington, sino que pretende concretar acciones para resolver un problema doméstico al que Trump ha brindado su atención más especial.
Es probable que vuelva a casa con las manos llenas, pero todavía no se habrá ganado el apoyo de América Latina que es una región mucho más amplia y compleja que el periplo de Rubio y que cuenta con aliados financieros que ya hacen contrapeso a Washington.
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