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El planeta Tierra después de la 'coronación' de Trump

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El planeta Tierra después de la 'coronación' de Trump

A partir de la inauguración presidencial de Trump, la política exterior del 'mundo civilizado' debe entenderse como una bufonada. No solo por la excesiva falsedad y exagerada grosería de los protagonistas, sino por la infinita pobreza de sus propuestas para el futuro. La extravagante y grotesca payasada cortoplacista de una noche de borrachera política, confundiendo la grosería del deseo con el sentido del tiempo.

Estamos frente a un caso extrañísimo, donde se conjugan dos elementos que parecen incompatibles: la total carencia de ideas y la manipulación más sofisticada para convencer al mundo de que estas 'no ideas' es lo único posible. Dentro de la misma lógica, en el personaje de Trump vemos claramente el efecto Chimoltrufia, que "como dice una cosa, dice otra". Ejemplos hay muchos: desde la promesa de construir el muro con México financiado por los mexicanos en su primer periodo en la Casa Blanca, hasta su juramento de lograr la paz en Ucrania en 24 horas. Todavía no sabemos qué pasará con el dólar, que él prometió fortalecer, pero la devaluación de su palabra, la que ya no se cotiza mucho, está garantizada. Sin embargo, si el mismo presidente no cumple su palabra, ¿qué ética se le podría exigir a una sociedad que desde su inmensa ignorancia y desesperación lo sigue admirando?

Presenciamos un momento histórico muy especial. La habitual rivalidad del tradicional duopolio pretendiente del poder mundial ha mutado en los últimos meses a una verdadera enemistad y, aparte de odiar a la humanidad, han llegado a odiarse entre ellos mismos casi con la misma entrega. Las fuerzas representadas hace poco por el Partido Demócrata estadounidense -a pesar de todo su poder mediático y político, los miles de ONG y los millones en créditos y sanciones- estaban viviendo una derrota no solo en su casa matriz (EE.UU.), sino en todo el mundo, y por eso precisamente, estaban dispuestos a desatar la guerra nuclear, ya que el planeta sin su dominio no les importaba más.

Las fuerzas megaconservadoras y ultrapatriarcales, representadas por Trump, a pesar de su aparente peor y mayor agresividad y sus amenazas imperiales, quieren evitar la catástrofe nuclear. Se sienten triunfadores, quieren disfrutar de su poder, hacer su avance irreversible y para eso necesitan evitar una guerra atómica. Ya tienen toda la red global de gobiernos con sus representantes para sumar al cambio continentes enteros: desde la Argentina de Milei, hasta El Salvador de Bukele, y desde la Hungría de Orbán hasta el Taiwán de Lai Ching-Te. En este sentido, el reciente discurso de Javier Milei en Davos fue muy esclarecedor. Así que, a pesar de tanta insistencia en que el Gobierno de Trump estaría centrado en los problemas internos de EE.UU., lo que tenemos es un proyecto global, pero de otro globalismo. Para hacerlo posible, ellos también buscan anular las instituciones del Estado heredadas "para acabar con su corrupción", pero no por convicciones éticas, ya que no existen, sino porque es una corrupción que no es de ellos y no la pueden controlar. Ellos preparan su reemplazo para crear un Estado realmente fascista, más acorde con su filosofía, moral y estética, pero ¿alguna vez el Gobierno estadounidense representó para los pueblos del mundo algo diferente?

Sus rivales 'demócratas' saben que el poder representado por Trump llegó para quedarse y que no piensa competir con nadie, a riesgo en las elecciones. El cambio institucional interno apunta justamente a eso. Las democracias, aunque formales, manipuladas y manoseadas, sirven a este tipo de fuerzas políticas solo como trampolín para la toma del poder, y a diferencia de los ingenuos votantes de las izquierdas progresistas, ellos sí saben que el poder real no está en los sillones presidenciales. Para evitar este enorme riesgo, sería lógico suponer que dentro del 'Estado profundo' deben existir planes de magnicidio. La anunciada y pronta desclasificación de los archivos de la CIA relacionados con los asesinatos de los Kennedy y el de Martin Luther King, parece tener relación directa con este tema. Trump teme por su vida y quiere dar un golpe preventivo a las estructuras que ejecutan o encubren este tipo de proyectos. ¿O alguien cree todavía que los grandes asesinatos políticos del siglo XX en EE.UU. se ejecutaron sin la participación de los organismos de su Estado?

Este último tema conlleva otro gran riesgo. Si los ciudadanos de EE.UU. ven toda la farsa de la legalidad y la democracia que ha gobernado su país durante décadas, esto podría generar un caos y una guerra civil. No comparto las alegrías de nadie frente una perspectiva así, pues una brusca desaparición del alto mando de tantos gobiernos del mundo (por ejemplo, de una gran parte de los de América Latina), generaría gran anarquía y guerras locales por la redistribución del poder, lo que sin verdaderos proyectos de cambio ni organizaciones capaces de aprovechar esos procesos sociales, solo convendría a un enroque de las oligarquías y de las grandes corporaciones de siempre en el poder. Además, en el mundo contemporáneo, sus poderes máximos, que son financieros y corporativos, cada vez menos necesitarán su oficina física, que está en EE.UU.

Aquí podemos tener otras preguntas. ¿Qué pasaría si Musk fuera un infiltrado de los demócratas, una especie de Lenin Moreno para Trump? ¿Alguien podría decir hoy que existe algo totalmente imposible?

Pero volvamos a lo central, al hecho de que a pesar de la guerra mortal entre dos monstruos representados hoy por los dos brazos del imperialismo del considerado 'mundo civilizado', son partes de lo mismo. Ambos están contra el futuro y contra la esencia colectiva, solidaria y espiritual del ser humano. Rusia y la humanidad entera se enfrentan hoy a este enemigo mortal con las características de un pulpo, un camaleón y un virus al mismo tiempo, el cual ya no tiene una sola bandera, partido, ni color, sino que adopta la forma y el lenguaje para que le dejemos acercarse más. Las redes neuronales de su inteligencia artificial trabajan incansablemente con el fin de destruir nuestras capacidades cognitivas, lo único que escapa al control de su 'máquina de muerte'.

Para comprender la lógica de este momento de la historia, debemos dejar de buscar en los poderes de hoy, modelos de ayer o lucha de ideas que ya no existen. Los medios de comunicación controlados por las corporaciones crean hologramas de conflictos políticos o religiosos, detrás de los cuales están siempre los intereses de las empresas globalizadas y las ansias de poder de aquellos locos cínicos que cenan y duermen con robots, y ya se sienten dueños de las estrellas, los planetas y el tiempo.

Nuestra única posibilidad de supervivencia es frustrar sus planes. La defensa de nuestras culturas, de nuestra tierra y de nuestra memoria son las piezas del rompecabezas a partir de las cuales, como ladrillos, todos tenemos que armar, siempre aprendiendo unos de otros, el edificio de una espiritualidad humana común. Es mucho más complejo que la repetición de cualquier eslogan y de cualquier moralización. Es un proceso colectivo creativo que nuestros antepasados iniciaron en su viaje, del infusorio al hombre, hasta que se distrajeron con la prensa y los medios de comunicación. Este momento actual es perfecto para enmendar el error.

Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de RT.

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